viernes, 23 de agosto de 2013

Sin Damas de Honor


Según Balmaceda, en la pampa de los fortines, entre los bravos, había dos tipos de casamiento: los acordados y los forzados. Los forzados, como su nombre lo indica, no se organizaban previamente, pero no por ello quedaban exentos de ritual. El novio aprovechaba la noche para secuestrar a la novia, con más anuencia que resistencia de la “víctima”. Pasaban la noche en el toldo del indio y al otro día los progenitores de la joven se le aparecían en los aposentos para exigir la retribución. Se armaba ahí nomás una rueda con los familiares de los tórtolos, asaban una res o potro y todos los presentes debían comer una parte del corazón del animal, eso simbolizaba que todos tenían de allí en más un corazón en común.

viernes, 9 de agosto de 2013

Borges

Lo han despojado del diverso mundo,
de los rostros, que son lo que eran antes
De las cercanas calles, hoy distantes,
y del cóncavo azul, ayer profundo.

De los libros le queda lo que deja
la memoria, esa forma del olvido
que retiene el formato, no el sentido,
y que los meros títulos refleja.
El desnivel acecha. Cada paso
puede ser la caída. Soy el lento
prisionero de un tiempo soñoliento
que no marca su aurora ni su ocaso.
Es de noche. No hay otros. Con el verso
debo labrar mi insípido universo.
Jorge Luis Borges
El Oro de los Tigres

Tal vez Borges ocupó entre nosotros el lugar que culturas lejanas destinaban a sus ciegos; el de los dueños incorruptibles de la sabiduría. Sabios, no a pesar de, sino en virtud de sus imposibilidades visuales. Sus cegueras los condenaban a las alturas más puras del pensamiento, alejados definitivamente de todo lo concreto a lo que nos tientan los ojos activos.
Arcaica parece la impresión que nos dicta que ver engaña más de lo que enseña. La vista nos llevaría por caminos que la ceguera hubiera sabiamente evitado; por otro lado, para la sapiencia, la capacidad visora no otorgaría importantes ventajas.
¿Acaso no estamos también condenados a tener en nuestras mentes “rostros que son lo que eran antes”? ¿No quedamos condenados a nuestras impresiones primarias y a través de ellas vemos el mundo rodar?
Al igual que el ciego, nuestro mundo está plagado de ausencias, lo que nuestros ojos poseen es una insignificante parte de nuestro universo, sólo vemos el instante del presente, el resto son recuerdos, “esa forma del olvido que retiene el formato, no el sentido”.