jueves, 29 de abril de 2021

Burocracia y Moral

En la URSS la distinción entre reglas funcionales y morales era más que difusa. La fuerza de la norma funcional residía en su carácter moral ya convertido en intrínseco.

Esto último es interesante, ya que en su origen la funcionalidad era la fuente de moralidad de la norma, a su vez, la fuente de moralidad que inundaba lo funcional era el carácter revolucionario que supuestamente tenía cada engranaje del estado soviético. Contribuir al buen funcionamiento del estado soviético era contribuir con la liberación de la humanidad toda.

Es interesante que la sacralización de esta “liberación de la humanidad toda”, crece determinada por el grado de burocratización y no lo inverso. Si el campo es significativamente congruente, a mayor burocratización mayor moralización de sus normas.

En la URSS, el grado de burocratización genera una sacralización de la revolución, a su vez se sacraliza a la URSS como la revolución misma que avanza. URSS = revolución mundial en marcha.

Así, la violación de las normas funcionales al funcionamiento de la asociación humana más burocrática de la historia se convierte en acto terriblemente amoral.

Sin esto no se puede hacer inteligible la enferma sucesión de purgas; como decía Jruchev, uno comenzaba el día como respetable funcionario del partido y no sabia si lo terminaría preso.

La moralización de las normas funcionales se basaba en la idea de que la violación implicaba una desfuncinalidad que entorpecía el avance del magno objetivo, Esto tuvo su correspondiente categoría satanizante: “boicot”.

En las iglesias y “sectas” esto es más obvio, en algunas iglesias evangélicas por ej. se considera al Reino de Dios lo que la URSS al socialismo mundial: una avanzada de Dios en la tierra, de todos modos, aquí si hay una tensión entre moral y funcionalidad normativa. Pero paga la funcionalidad, las normas morales obviamente son centrales en la constitución del colectivo como tal.

Siempre la violación de las normas morales son más severamente condenadas en las denominaciones o iglesias de mayor burocratización; siempre que su moralidad así lo implique, ya que lo determinante está en otros lugares ajenos a la burocratización o no; pero en un marco de fundamentalizacion similar, a mayor burocratización, mayor compromiso moral.

El máximo caso es el de los Testigos de Jehová. Allí el sistema normativo moral no tiene exterior. Toda la vida del miembro esta normatizada moralmente, y esta moralización esta relacionada en su cosmovisión teológica con la vida del grupo. Consideran (y los caminos de la mente terminan convirtiendo esta consideración en real) que cualquier actitud privada tendrá efectos en la organización. La violación de cualquier norma moral tendrá un efecto espiritual sobre el grupo, y así termina siendo.

Es interesante acá (y en los otros casos también) notar que el alto grado de anonimato de la función burocrática implica un aumento de determinación de su normativa moral.

El “Siervo de Jehová” tiene obligaciones morales que “Roberto” no siente con igual fuerza, Roberto es un sujeto de moral, es decir, tiene una personalidad moral propia, primaria en relación al grupo, en cambio el Siervo de Jehová, el ungido por Dios en su conversión o en la asunción del cargo eclesial, no tiene Roberto previo, es el habitante de un lugar burocrático que lo envuelve totalmente, sin dejar lugar a Roberto, Roberto en cuanto siervo de Jehová esta íntegramente constituido por la moral del grupo, es su estado moral primario, no hay un afuera.

Lo mismo ocurre con el Siervo de Dios protestante o el miembro del partido “stalinista”, siempre el anonimato hace más vulnerable al sujeto, despojado de su carácter moral previo a la asociación, ante las normas morales que así lo reconstituyen como sujeto nuevo (el nuevo hombre evangélico, el nuevo hombre socialista, etc).

La personalización nos permite mantener reservas propias contra la asociación humana de que se trate y su moral, el anonimato nos reconstituye, al menos en cuanto “funcionarios” cuando la asociación no tiene un universo normativo sin exterior y al reconstituirnos nos hace esclavos impotentes ante su moralidad.

A. I.