Según Balmaceda, en la pampa de los fortines, entre los
bravos, había dos tipos de casamiento: los acordados y los forzados. Los
forzados, como su nombre lo indica, no se organizaban previamente, pero no por
ello quedaban exentos de ritual. El novio aprovechaba la noche para secuestrar a
la novia, con más anuencia que resistencia de la “víctima”. Pasaban la noche en
el toldo del indio y al otro día los progenitores de la joven se le aparecían en
los aposentos para exigir la retribución. Se armaba ahí nomás una rueda con los
familiares de los tórtolos, asaban una res o potro y todos los presentes debían
comer una parte del corazón del animal, eso simbolizaba que todos tenían de
allí en más un corazón en común.
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